martes, 20 de agosto de 2013

Listas abiertas

¿Favorece nuestra ley electoral la meritocracia?

Las democracias más consolidadas disponen de listas abiertas, pero en España, ya que el sistema de listas cerradas no demuestra que se hayan obtenido resultados óptimos o ni tan siquiera aceptables, no quedan excusas para mantenerlas; crisis significa cambio y nuestra crisis actual ha tenido y tiene un alto componente causado por las decisiones de políticos que nosotros literalmente no escogimos, tan sólo elegimos la lista pero no al candidato, luego sería interesante un cambio a mejor donde los electores asuman la responsabilidad de elegir directamente a sus políticos y estos respondan de su gestión directamente con sus electores.

Cuando en un sistema, una empresa o un grupo o un país, los mejores quedan excluidos de las decisiones importantes o sus opiniones no son tenidas en cuenta, la sociedad queda dirigida por los mediocres, hecho que sin duda influye de la actual "fuga de cerebros", síntoma del mal funcionamiento de un sistema; si queremos retener a los mejores entre nosotros, hemos de ser perseverantes en lograr estos cambios, el gobierno actual no tiene excusa y debería utilizar la mayoría absoluta, que sensatamente le hemos concedido para hacer gobernable una situación difícil, en cambios útiles en lugar de retrasarlos o diferirlos a otra legislatura más.

Si hacemos un ejercicio de benchmarking aplicado a nuestro sistema electoral y comparamos como funcionan otros sistemas electorales con respecto al español, comprobaremos las debilidades y fortalezas de los distintos sistemas, las circunscripciones amplias permiten mejor selección de candidatos en listas abiertas que el actual sistema de reparto de escaños por la ley d´Hont con circunscripciones muy reducidas que favorecen el reparto de escaños entre los grandes partidos que llegan a obtener más escaños incluso con menos votos en el computo total, sin duda en este caso el modelo más ecuánime es el de Reino Unido.

Otro de los cambios a tener en cuenta es la forma de elección del candidato a la presidencia, en el sistema actual español suele ser el candidato propuesto por el partido más votado, pero que en caso que no obtenga el consenso suficiente puede ser un candidato a presidente cualquier persona propuesta por el Rey, incluso aunque no se haya presentado a las elecciones, después de establecer una ronda de contactos con los principales partidos con representación parlamentaria , si presenta su programa ante las Cortes y es elegido por ellas con mayoría suficiente, es decir, elegido no por el pueblo sino indirectamente por el consenso de sus representantes para no llevar al país a una situación ingobernable como las producidas recientemente en Italia o en Grecia, al cambiar este modelo por un sistema de sufragio universal directo del presidente del Gobierno, será elegido directamente y si no se llega a conseguir el sufragio directo, el Rey puede proponer a candidatos alternativos como en el sistema actual, que evite los inconvenientes del sistema de elección italiano.

Para elegir este sistema se requiere una democracia más participativa por parte de los electores, por lo que el grado de madurez de los electores ha de implicar que se hace responsable en mantener la acción del gobierno y por parte de sus representantes mucha mayor implicación en los intereses generales, de los que responde políticamente por su gestión ante los electores, que incluso pueden revocarle su presidencia si no cumple adecuadamente su compromisos, sistema que también debería permitir revocar a otros cargo electos.

Un ejemplo es el caso actual de Francia, donde el sistema de elección es directo pero poder del Jefe del Estado en una república presidencialista está muy concentrado en una persona, lo que llega a ser contraproducente, por lo que un sistema de monarquía parlamentaria con elección directa del presidente del gobierno permite dotar de una responsabilidad más directa, o mayor control del elector sobre el candidato de que es responsable por haberlo elegido, pero sin los inconvenientes de concentración de Jefe del Estado y del gobierno en la misma persona, es decir menos "personalista".

Otra ventaja del sistema directo es que en el caso de que el partido en la oposición se encuentra dividido entre dos candidatos oficiales, que no terminan de convencer al partido, por lo que representa una alternativa quebrantada, sean los propios electores los que reclamen a un candidato, como está sucediendo actualmente en Francia, de esta forma la meritocracia tiene juego en la democracia, porque ante una situación difícil se puede obrar con libertad, sin el corsé que impone nuestro modelo electoral, creado así al inicio de la democracia para "tutelar" a unos electores recién salidos de una dictadura, pero hoy en día anacrónico por considerar a los españoles poco maduros en democracia, según dicen los que no quieren cambiarlo, cuando precisamente en estos momentos, la falta de madurez la están demostrando sus políticos, por ello son los electores los que quieren y deben empezar a asumir algún control sobre ellos.

Precisamente los candidatos actuales, tan cuestionados por haber sido elegidos a dedo, deberían ser los primero en dar este paso adelante.

Por si les parece interesante esa es la irónica carta de despedida de uno de nuestros científicos, sin duda uno de los colectivos en los que están depositadas las mayores posibilidades de la recuperación y que tienen que irse para encontrar el apoyo que necesitan para desarrollar su labor, pero que sin duda es representativa de todos aquellos que con buena preparación durante años tienen que salir fuera a buscar mejores oportunidades que no se están ofreciendo en su propio país.

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